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Time of Grace en Español

¡Mira lo que Dios hizo!

Hace dos años, una amiga me pidió que compartiera una publicación en Facebook. Ella está involucrada en una organización que conecta a huérfanos con familias anfitrionas en Estados Unidos por cuatro semanas. Esto les brinda oportunidades de intercambio cultural y también crea conciencia sobre la adopción.

Así que la compartí. Al fin y al cabo, solo era una publicación.

Resulta que una amiga de la universidad había estado orando acerca de la posibilidad de adoptar a un adolescente. Tal vez ser una familia anfitriona sería un paso más adecuado y menos definitivo. Ese año no era el momento adecuado para ellos, pero el año pasado, para ella y su esposo, fue el momento perfecto para recibir a dos hermanos de Colombia. Después de la visita, Dios puso en sus corazones dar el paso definitivo. Aunque mis amigos no pueden tener contacto con C. y K. (los adolescentes) en este momento, los chicos no saben que su futura familia está recaudando fondos y trabajando arduamente en los trámites para completar la adopción. Esperemos que sea pronto.

Recientemente, mi amiga me escribió para decirme: “¡Gracias! Tú eres la razón por la que estamos en este camino. Publicaste algo hace dos veranos para una amiga y eso lo inició todo”.

Mi yo más joven probablemente se habría llevado el crédito. Pero mi yo más viejo (y quizás un poco más sabio) respondió: “¡De nada! Estoy tan emocionada por ustedes. ¿No es increíble cómo obra Dios?”

Todo lo que hice fue hacer clic en “compartir” una publicación—algo muy simple. ¡Pero mira lo que Dios hizo con eso! Tomó a unos extraños que viven a más de 4,300 kilómetros de distancia y los está uniendo, cumpliendo su promesa de que “Dios da un hogar a los desamparados” (Salmos 68:6, NVI).

Eso me hizo pensar en las formas en que Dios obra a través de quienes comparten en la Biblia.

Cuando Jesús comenzó su ministerio público, un hombre llamado Felipe reconoció que este era el Mesías que estaban esperando. Entonces compartió la noticia con su amigo Natanael, quien se sorprendió al saber que el supuesto Salvador provenía de un pueblito llamado Nazaret. Felipe simplemente le dijo: “Ven a ver”. Al fin y al cabo, solo fue compartir algo. ¡Mira lo que Dios hizo con eso! Natanael se convirtió en uno de los 12 discípulos de Jesús y pasó el resto de su vida compartiendo el mensaje del Mesías. (Incluso sanó personas y expulsó demonios en el nombre de Jesús. ¡Impresionante!)

En el evangelio de Juan, conocemos a un niño que ofreció su almuerzo: cinco panes pequeños y dos peces. Al fin y al cabo, solo fue compartir algo. ¡Mira lo que Dios hizo con eso! Jesús tomó esa comida, dio gracias a Dios y alimentó a miles de personas. (¡Hasta sobró comida!)

También pienso en los que comparten en nuestra sociedad actual.

Aquellos que comparten una palabra de ánimo cuando te sientes agotado. Los que comparten una comida cuando estás pasando por problemas de salud. Los que comparten un abrazo con los que están sufriendo, que comparten su tiempo mientras un ser querido está en cirugía, que comparten sus oraciones con los quebrantados. Después de todo, solo es compartir algo. ¡Pero mira lo que Dios hace con eso! Las personas se sienten más amadas y menos solas; sus cargas se hacen más ligeras cuando otros les ayudan a llevarlas.

Y eso es solo lo que podemos ver. Pablo nos recuerda que ni siquiera podemos imaginar cómo Dios puede obrar cuando compartimos una publicación, un versículo, una oración, nuestra presencia—y que todo el crédito es para Él: “Al que puede hacer muchísimo más que todo lo que podamos imaginar o pedir, por el poder que obra eficazmente en nosotros, ¡a él sea la gloria en la iglesia y en Cristo Jesús por todas las generaciones, por los siglos de los siglos! Amén” (Efesios 3:20-21, NVI).

Linda Buxa es escritora y conferencista, y no teme compartir que ya no es tan joven. Decir que ahora es un poco más sabia… bueno, eso quizá sea exagerar un poco.