Puede que sea mi imaginación, pero me parece que nuestro país está cada año más polarizado. Desde...
Dios y la política
Es época de elecciones (en realidad, parece que desde hace dos años que es época de elecciones. Sólo digo...) ¿Hay algo en la Biblia que pueda ayudarnos a navegar el caos de las decisiones que tendremos que tomar?
Pues no mucho. La elección de los funcionarios del gobierno por votación popular era prácticamente desconocida en los tiempos bíblicos. En aquellos tiempos, el liderazgo y la autoridad provenían de la familia y el clan o del rey. Los reyes no son elegidos. Alcanzan su poder y rango por nacimiento o mediante un despliegue masivo de violencia bélica.
Pero eso no significa que Dios guarde silencio sobre lo que espera de los funcionarios públicos. Al fin y al cabo, ejercen su autoridad con su permiso y dirección (véase Romanos 13:1-7). La madre de un misterioso rey llamado Lemuel le dio un maravilloso consejo sobre cómo deben comportarse las personas que ocupan cargos de alto rango: «No gastes tu vigor en las mujeres ni tu fuerza en las que arruinan a los reyes.» (Proverbios 31:3). El rey David no sacó nada bueno de tener un harén.
«No conviene que los reyes, Lemuel, se den al vino, ni que los gobernantes se entreguen a la cerveza; no sea que al beber se olviden de lo que la ley ordena y priven de sus derechos a todos los oprimidos… »¡Levanta la voz por los que no tienen voz! ¡Defiende los derechos de los desposeídos! ¡Levanta la voz y hazles justicia! ¡Defiende a los pobres y necesitados!» (Proverbios 31:4-9).
Mientras reflexionas sobre tus opciones de la boleta electoral, creo que las prioridades de Lemuel siguen siendo importantes.