Como madre de cuatro hijos, es difícil encontrar tiempo para hacer ejercicio, pero intento hacerlo...
Dios tiene esto bajo control
Déjame contarte la escena. El cielo comenzaba a oscurecerse y finalmente estaba dejando nuestro negocio por el día. Había sido un día largo. Y estaba a punto de hacerse más largo. Estaba manejando el auto de mi esposo, que tiene indicadores más sofisticados que mi camioneta (es decir, ni siquiera sabía cómo verificar cuánta gasolina tenía), y justo en medio de una intersección concurrida, lo adivinaste... me quedé sin gasolina. Al principio pensé que el auto se me había apagado. Soy bastante buena manejando un auto de cambios, pero podría pasar. Pero no, simplemente me quedé sin gasolina. En el peor lugar posible. El auto ni siquiera se podía empujar en neutral porque es demasiado sofisticado para su propio bien, y algún sistema de freno de emergencia se activó. Así que me quedé atascada. En medio de la intersección. Y puede que haya dicho una palabra no muy amable frente a mi hijo de 12 años.
Después de un día súper largo manejando nuestro negocio familiar, respondiendo todas las preguntas, siendo la persona a la que todos acudían en busca de orientación, mostrando confianza e independencia, no tenía idea de qué hacer. En ese momento, lo único que quería era que alguien más se encargara de esto. Alguien… capaz. Quería a alguien que pudiera decir: “Yo me encargo. Esto está bajo control”.
Sabes, si le preguntas a las personas qué cualidades buscan en un cónyuge, probablemente obtengas respuestas típicas: buen sentido del humor, lindo, inteligente, atlético, que le gusten las caminatas en la playa. Rara vez verías la palabra capaz en esa lista. Pero es una de mis cualidades favoritas de mi esposo; bromeo diciendo que me casé con él porque tuve muchos problemas con el auto en la universidad. Él puede arreglar casi cualquier cosa. Pero incluso él tiene límites, principalmente relacionados con el tiempo y el espacio. Estaba pensando en esto mientras los autos tocaban la bocina y giraban para evitarme en esa intersección, mientras él estaba a 25 minutos de distancia y ocupado. Me di cuenta de que la capacidad es también una de mis cualidades favoritas de Dios, y él no está limitado por el tiempo ni el espacio. A menudo nos dice, si tan solo lo escucháramos: “Yo me encargo. Esto está bajo control”.
¿Alguna vez te has detenido a pensar en lo capaz que es nuestro Dios? Sabemos que él es amoroso. Hablamos de su misericordia y bondad. Y estas son cosas maravillosas, no me malinterpretes. Pero tampoco olvidemos su poder. No olvidemos su capacidad para encargarse de todo. Para cuidarnos.
“El Señor es mi fuerza y mi escudo; mi corazón en él confía; de él recibo ayuda. Mi corazón salta de alegría, y con cánticos le daré gracias” (Salmos 28:7, NVI).
“De él recibo ayuda.” Aquí va un pequeño análisis de nerd de literatura: ¿notaste que el verbo está en voz pasiva? Dios es quien protege. Dios es quien tiene la fuerza. Dios es quien ayuda. Tiene que hacerlo. Él nos ha dado muchos dones y capacidades, pero tenemos límites. Muchos límites. El tiempo, el espacio y nuestra naturaleza pecaminosa nos impiden ayudarnos a nosotros mismos. No podemos hacer lo suficiente para salvarnos de los problemas en los que nos hemos metido. Dios espera perfección, y no podemos alcanzarla.
Leemos en Romanos:
“Todos han pecado y están privados de la gloria de Dios” (Romanos 3:23, NVI).
Es decir: no somos capaces. No podemos alcanzar la gloria de Dios. Estamos atascados en medio de la estúpida intersección sin gasolina. Qué deprimente sería si el pasaje terminara ahí. Qué deprimente sería si nuestro Dios no fuera capaz. Pero continúa:
“Pero por su gracia son justificados gratuitamente mediante la redención que Cristo Jesús efectuó” (Romanos 3:24, NVI).
Dios nos dice: “Yo me encargué. Esto está bajo control”.
Qué alivio estar en manos de un Dios capaz. Un Dios que tuvo el poder para crear el universo y que también continúa cuidando de su creación. Un Dios que habló al sol, la luna y las estrellas, y que también nos habla a nosotros. Un Dios que reina y que decidió venir a una creación caída para que podamos estar con él en su reino. Un Dios que puede hacerlo todo y un Dios que ya lo hizo todo.
“Al que puede hacer muchísimo más que todo lo que podamos imaginarnos o pedir, por el poder que obra eficazmente en nosotros, ¡a él sea la gloria en la iglesia y en Cristo Jesús por todas las generaciones, por los siglos de los siglos! Amén” (Efesios 3:20-21, NVI).
Dios tiene esto bajo control.