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Vive lo que hablas

Escrito por Aaron Schultz | Sep 22, 2025 6:15:35 PM

El libro Los cinco lenguajes del amor de Gary Chapman ha sido usado por parejas y empresas para identificar cómo las personas se sienten más amadas y cómo expresan mejor su amor. Para algunos, recibir regalos los hace sentir valorados. Para otros, son los actos de servicio. Otro de los lenguajes que Chapman menciona son las “palabras de afirmación.” Quienes tienen este lenguaje en primer lugar se sienten más amados a través de elogios, palabras amables, aliento y reconocimiento verbal. En mi caso, este lenguaje ocupa el tercer puesto. Una palabra amable siempre es agradable, pero cuando viene acompañada de actos de servicio, esas palabras cobran mucho más peso.

Lamentablemente, muchas afirmaciones nunca se convierten en acciones. Sueños, esperanzas y hasta futuros se han quebrado por palabras bonitas que al final resultaron huecas. Puedo decirle “te amo” a mi esposa un millón de veces, pero el verdadero poder de ese amor se muestra cuando lavo los platos, cambio los pañales de nuestro hijo o la dejo dormir un poco más el fin de semana. Sin esas acciones, mis palabras se vuelven un terreno árido donde la relación se marchita. Una promesa rota puede no destruir una relación de inmediato, pero con el tiempo, las palabras vacías tienen un precio alto.

De manera similar, debemos estar atentos a que nuestras palabras no vacíen nuestra fe activa. Tal vez vamos a la iglesia cada fin de semana, decimos frases conocidas, cantamos himnos familiares, escuchamos sermones y hacemos oraciones rutinarias. Todo eso puede ser una bendición, pero el peligro surge cuando seguimos la rutina por costumbre, en lugar de enfocar nuestro corazón en Dios. Sin esa conexión, entramos a la iglesia esperando dejar nuestras cargas en la cruz y salimos cargando aún más: la frustración porque “el sermón no me llegó” o porque “el estilo de adoración no me gustó.”

¿Será que hemos llegado a adorar como autómatas, siguiendo rutinas vacías? ¿Cuántas veces confesamos con los labios, pero seguimos guardando resentimiento en el corazón? Muchos días proclamamos adoración, pero nuestras acciones muestran que lo que escuchamos del Espíritu Santo entra por un oído y sale por el otro.

El mundo es duro cuando nuestras palabras no coinciden con nuestras acciones, especialmente cuando proclamamos el evangelio. La gente rechaza una fe que habla de amor, pero actúa en contra de lo que predica. No basta con hablar la Palabra de Dios, debemos vivirla (Santiago 1:22-25).

Esto no significa desechar las tradiciones. Bien usadas, son bendiciones. Pero la adoración verdadera va más allá de las palabras: se basa en el cumplimiento de la Palabra hecha carne (Jesús), que habitó entre nosotros (Juan 1:14). Nuestra adoración proclama el perdón gratuito y completo en el Hijo de Dios, crucificado, resucitado y ascendido, con testigos dispuestos a dar la vida por Él.

Que lo que dices en tu adoración sea un reflejo de lo que vives en tu fe, para que otros “vean tus buenas obras y glorifiquen a tu Padre que está en el cielo” (Mateo 5:16).