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Persiste en la oración

Escrito por Katie Augustine | Jan 1, 2024 11:00:00 AM

¿Alguna vez has tenido una interacción con un niño pequeño que se desarrolla de esta manera?

“Mamá, ¿puedo comer una merienda de frutas?”

“Bueno, ya comiste una esta mañana, así que no”.

(1 minuto después)

“¡Mamá! ¿Puedo comer una merienda de frutas?”

“Cariño, ¿me oíste? Te dije que no”.

(El niño se está enfadando.)

“¡MAMÁ! ¡QUIERO una merienda de frutas!”

“Lo siento, cariño, la respuesta es no”.

“Pero ¡MAMÁ! ¡QUIERO UNA MERIENDA DE FRUTAS!”

Este ha sido un escenario demasiado común en nuestra casa; nuestra hija de tres años es increíblemente persistente. Cuando ella quiere algo, se enfoca intensamente en ese deseo y no se rinde hasta lograr su objetivo. Si algo se interpone en su camino (como una madre que  intenta asegurarse de que su hijo consuma una cantidad razonable  de azúcar), esa niña no se rinde. Su persistencia es increíble y más efectiva de lo que me gustaría admitir. Hay un límite de lo  que un ser humano puede soportar antes de quebrarse bajo la presión, ¡y mi querida niña es buena en repetir  su solicitud varias veces con una intensidad cada vez mayor hasta llegar al punto de que su madre desesperada ceda! Aunque me gustaría ser la madre más consistente del mundo, no lo soy. Hay momentos en los que, finalmente, en la repetición número 27 de una pregunta, cedo a su solicitud solo para que el ruido se detenga.

Mi testaruda niña me recordó la parábola de la viuda persistente que se encuentra en Lucas, capítulo 18:

Además, Jesús les contó una parábola en cuanto a la necesidad de orar siempre y de no desanimarse. 2 Les dijo: «En cierta ciudad había un juez que no temía a Dios ni respetaba a nadie. 3 En esa misma ciudad había también una viuda, la cual acudía a ese juez y le pedía: “Hazme justicia contra mi adversario.”

Pasó algún tiempo, y el juez no quiso atenderla, pero después se puso a pensar: “Aunque no temo a Dios ni respeto a nadie, 5 esta viuda me molesta tanto que voy a hacerle justicia, no sea que siga viniendo y me agote la paciencia.”»  (versículos 1-5). 

Siempre sonrío irónicamente al leer este relato. La única herramienta que la viuda tenía en su arsenal era la persistencia, ¡y la usó! No tenía el poder para obtener justicia por sí misma, pero siguió molestando a ese juez malvado hasta que finalmente cedió.

Esta parábola muestra que si las personas impías eventualmente otorgan justicia ante solicitudes constantes, Dios ciertamente nos está escuchando a nosotros, sus amados hijos, cuando lo clamamos en oración. Él siempre nos escucha y nos responde de acuerdo con su justa voluntad. Si Dios nos ama lo suficiente como para enviar a su hijo  perfecto, Jesús, como sacrificio por nuestros pecados, ciertamente nos dará lo que necesitamos.

¿Significa esto que si molestamos a Dios 27 veces, finalmente cederá ante nosotros?

No.

La voluntad de Dios es perfecta y Él cumple su voluntad según su propio tiempo, no el nuestro. No es un genio que cumplirá nuestro deseo de tener un Lamborghini si le pedimos lo suficiente. Él nunca se quiebra bajo presión. Si pedimos algo contrario a la voluntad de Dios, nuestra solicitud será negada. Si pedimos algo que se alinea con su voluntad, entonces, recibiremos un sí como respuesta. Muchas veces, responde a nuestras oraciones con “espera”, ¡y esperar es difícil! Incluso si la respuesta a tu súplica es “espera”, persevera en la oración.

Nuestro Salvador nos ama y quiere que pasemos tiempo con Él a través de la oración; nunca dejes de hablar con tu Padre celestial. Como dice Filipenses 4:6: “No se preocupen por nada. Que sus peticiones sean conocidas delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.”  ¡Qué bendición ser escuchado y comprendido por el Creador del universo!

Muchas cosas en la vida están más allá de nuestro control, pero nada está fuera del control de nuestro poderoso Dios. En muchas situaciones, la única herramienta a nuestra disposición es la oración, ¡así que úsala! Santiago dice: “La oración del justo es muy poderosa y efectiva” (5:16), así que cuando te encuentres en una situación difícil, recuerda a mi hija pequeña y a la viuda persistente y, ¡no te rindas!