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Time of Grace en Español

Elige sabiamente tu dificultad

 

No soy particularmente fanático de las frases inspiradoras, pero esta se ha quedado conmigo: “La vida nunca será fácil. Siempre será difícil. Pero podemos elegir nuestra dificultad”. Resuena en mi mente porque habla de una verdad necesaria pero rara vez escuchada. Las frases motivadoras suelen estar diseñadas para fomentar el amor propio, el optimismo y la confianza, pero esta no se aleja de una realidad que preferimos olvidar. Muchas frases siguen este mantra: Si crees en ti mismo, puedes lograr cosas asombrosas. Pero esta dice la verdad sin rodeos: No puedes cambiar lo que la vida trae, así que debes cambiar tu enfoque hacia la vida.

Acabamos de entrar en la temporada de Cuaresma, un tiempo en el que caminamos junto a nuestro Salvador mientras se dirige a Jerusalén para cumplir la promesa de salvación al cargar con el castigo de nuestros pecados. Jesús sabía lo que le esperaba al acercarse a Jerusalén, y no iba a ser fácil. Sería traicionado por uno de sus amigos más cercanos. Sus discípulos lo abandonarían. Sería burlado, golpeado y calumniado por las autoridades. Pero lo peor de todo es que sería abandonado por su propio Padre (Mateo 27:46).

Con este conocimiento, Jesús enfrentó dos enfoques difíciles hacia su sufrimiento inminente: por un lado, podía salvarse a sí mismo y vivir una existencia tranquila, pero hacerlo significaría que nosotros tendríamos que pagar el precio por nuestro pecado y sufrir la ira de Dios por toda la eternidad. Por otro lado, podía elegir redimir al mundo y restaurar nuestra relación con nuestro Padre celestial, pero hacerlo significaría negarse a sí mismo, cargar su propia cruz mientras era burlado y golpeado, y seguir la voluntad de su Padre hasta la muerte.

¡Alabado sea Dios porque eligió lo segundo! Pero eso no significa que fuera una elección fácil. Nuestro Salvador eligió sabiamente su dificultad porque era una decisión arraigada en el amor hacia su Padre y su deseo de salvar a todas las personas de sus pecados. Su determinación no provenía de un mantra de autoempoderamiento, sino de un profundo deseo de reclamar a las personas como posesión especial de Dios (1 Pedro 2:9). Su resistencia no provenía de un deseo de mejorarse a sí mismo, sino que “por el gozo que le esperaba soportó la cruz, menospreciando la vergüenza” (Hebreos 12:2).

Debemos atravesar una vida difícil, pero tenemos la bendición de elegir caminar junto a nuestro Salvador, quien conoce cada cabello de nuestra cabeza, quien tiene “planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza” (Jeremías 29:11). Podemos renunciar al orgullo de pensar que podemos enfrentar un mundo difícil por nuestra cuenta y tomar el yugo de nuestro Señor sobre nuestros hombros, un yugo que compartimos con Jesús mientras camina a nuestro lado en esta vida complicada. “Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso. Carguen con mi yugo y aprendan de mí, que soy apacible y humilde de corazón, y encontrarán descanso para su alma. Porque mi yugo es suave y mi carga es liviana” (Mateo 11:28-30).

Elegir vivir la vida con Jesús puede ser difícil, pero nunca será desesperanzador. Justo antes de ser traicionado, Jesús oró para que sus seguidores de todas las épocas fueran protegidos de las amenazas de Satanás a través de la fe que nuestro Padre celestial nos ha regalado: “Les he dado tu palabra, y el mundo los ha odiado porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No te pido que los quites del mundo, sino que los protejas del maligno. Ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Santifícalos en la verdad; tu palabra es la verdad” (Juan 17:14-17).

No podemos evitar que ocurran circunstancias difíciles, pero la esperanza de una relación segura con el Señor hace una diferencia eterna en cómo enfrentamos este mundo. Enfrentar esta vida con Jesús es la clase correcta de dificultad para quienes buscan la paz eterna a pesar de las circunstancias cambiantes de esta vida.

Tengan ánimo, amigos: Jesús ha vencido al mundo (Juan 16:33).